Hay ciertos casos en los que el cuerpo vital deja parcialmente el cuerpo denso, como cuando se nos "duerme un brazo", por ejemplo.
Entonces la mano etérea del cuerpo vital puede verse flotando sobre el
brazo denso, como un guante, y los "puntitos" producen ese cosquilleo
especial que se siente cuando penetra nuevamente en el brazo físico.
En algunos casos de hipnosis la cabeza del cuerpo vital se divide y
cuelga de la cabeza densa por fuera, la mitad sobre cada hombro o
permanece en torno del cuello como un collar. La ausencia de
cosquilleo al despertar en tales casos es debida a que durante la
hipnosis parte del cuerpo vital de la víctima ha sido substituido por el
del hipnotizador.
Cuando se emplean los anestésicos, el cuerpo vital es expulsado
parcialmente del cuerpo físico, junto con los demás vehículos, y si la
aplicación es demasiado fuerte, se produce la muerte. El mismo
fenómeno puede observarse en el caso de los mediums
materializadores. En realidad, la diferencia entre un médium de esa
clase y un hombre y una mujer cualquiera es: en el hombre o mujer
corrientes, el cuerpo vital y el cuerpo denso están, en el estado actual
de la evolución, estrechamente relacionados, mientras que en el
médium esa relación es débil. No ha sido siempre así, y un tiempo
vendrá en que el cuerpo vital podrá abandonar normalmente al cuerpo
físico, lo que al presente no se efectúa. Cuando un médium permite
que su cuerpo vital sea empleado por entidades del Mundo del Deseo
que quieren materializarse, el cuerpo vital sale del lado izquierdo, a
través del bazo, que es "puerta" particular. Entonces, las fuerzas
vitales no pueden fluir en el organismo como lo hacen generalmente y
el médium se queda exhausto y algunos de ellos se ven obligados a
hacer uso de estimulantes, por lo que, con el tiempo, se convierten en
incurables bebedores.
La fuerza vital del Sol que nos rodea como un fluido incoloro es
absorbida por el cuerpo vital por medio de la contraparte etérica del
bazo, donde sufre una curiosa transformación de color. Se hace
pálido-rosada y circula por los nervios a través del cuerpo denso. Es,
respecto a los nervios, lo que la electricidad es al telégrafo. Aunque
haya alambres, aparatos y telegrafistas, si falta la electricidad no
pueden enviarse los mensajes. El Ego, el cerebro y el sistema nervioso pueden estar en perfecto orden; pero si falta la fuerza vital que pueda
llevar los mensajes del Ego a través de los nervios y de los músculos,
el cuerpo denso permanecerá inerte. Esto es, precisamente, lo que
sucede cuando una parte del cuerpo se paraliza. El cuerpo vital se ha
enfermado y la fuerza vital ya no puede fluir.
En tales casos, como la mayoría de las enfermedades, la perturbación
es de los vehículos invisibles y sutiles. El reconocimiento consciente o
inconsciente de este hecho hace que los médicos más afamados
empleen la sugestión -que obra sobre los vehículos superiores - como
un auxiliar de la medicina. Cuanta más fe y esperanza pueda imbuir el
médico a su paciente, tanto más pronto se desvanecerá la enfermedad
dando lugar a una salud perfecta.
Durante la salud, el cuerpo vital especializa una superabundancia de
fuerza vital, la que, después de pasar por el cuerpo denso, irradia en
líneas rectas en todas direcciones, desde la periferia de aquel, como
los radios de un círculo irradian desde el centro; pero en casos de
enfermedad, cuando el cuerpo vital se atenúa, no puede absorber la
misma suma de fuerza y, además, el cuerpo denso la necesita.
Entonces las líneas de fluido vital que se exteriorizaban antes, se
curvan y caen, mostrando la falta de fuerza o debilidad que se ha
producido. En estado de salud estas irradiaciones se llevan los
gérmenes y microbios enemigos de la sanidad del cuerpo denso; pero
en la enfermedad, cuando la fuerza vital es débil, esas emanaciones no
eliminan tan fácilmente los gérmenes nocivos.
Por lo tanto, el peligro de contraer una enfermedad es mucho mayor
cuando las fuerzas vitales son escasas, que cuando se está en robusta
salud.
En los casos en que se amputa parte del cuerpo, el éter planetario es el
único que acompaña a la parte separada. El cuerpo vital separado y el
cuerpo denso se desintegran sincrónicamente después de la muerte. Y
así sucede con la contraparte etérica del miembro o parte amputada.
Se irá desintegrando conforme lo haga la parte densa, y puede
probarse que el hombre conserva la parte etérica, porque si se trata de
una mano amputada, puede sentirse dolor y sufrimiento en ella
durante algún tiempo. Existe cierta relación entre el miembro amputado y la parte etérica, independiente de la distancia. Se sabe de
un caso en que un hombre sintió un fuerte dolor, como si se le hubiera
clavado un clavo en la pierna que le habían amputado, dolor que
persistió hasta que dicho miembro fue exhumado y se encontró que,
efectivamente, se había clavado en el un clavo cuando lo encajonaron
para enterrarlo. Sacóse el clavo y el dolor cesó. De acuerdo con esto
están todos los casos en los que hay personas que sufren en el
miembro amputado durante dos o tres años después de la operación.
Después el dolor cesa. Esto es debido a que la enfermedad es aún
efectiva en la parte etérica no amputada; pero en cuanto la parte densa
amputada se desintegra, se desintegra también la etérea y el dolor
cesa.
Habiendo notado las relaciones de los cuatro Reinos con la Región
Etérica del Mundo Físico, estudiaremos su relación con el Mundo del
Deseo.
Aquí nos encontramos con que, tanto los minerales como las plantas,
carecen de cuerpos de deseos separado. Están compenetrados
únicamente con el cuerpo de deseos planetarios, o sea el Mundo del
Deseo. Careciendo de vehículo separado, son incapaces de sentir, de
desear, de emocionarse, que son facultades que pertenecen al Mundo
del Deseo. Cuando se rompe una piedra, ésta no siente; pero sería
erróneo deducir que no hay sentimiento alguno relacionado con tal
acto. Esta es la teoría del materialista y la de la multitud incapaz de
comprender. Pero el ocultista sabe que no hay acto alguno, grande o
pequeño, que no sea sentido a través de todo el universo; y si bien la
piedra no puede sentir por carecer de cuerpo de deseos individual, sí
lo siente el Espíritu de la Tierra, porque es Su cuerpo de deseos el que
compenetra la piedra. Cuando un hombre se corta un dedo, como éste
no posee cuerpo de deseos separado, tampoco siente la pena o el
dolor, pero sí lo siente el hombre, porque es su cuerpo de deseos el
que compenetra el dedo. Si se arranca de raíz una planta, el Espíritu de
la Tierra siente lo mismo que si al hombre le arrancaran un cabello. La
tierra es cuerpo viviente y sensitivo, y todas las formas que carezcan
de un cuerpo de deseos separado por medio del cual pueda el espíritu
sentir, están incluidas en el cuerpo de deseos de la Tierra, y ese cuerpo
siente. El romper una piedra o cortar una flor produce placer a la Tierra, mientras que arrancar una planta de raíz le produce dolor. Esto
se explicará en la última parte de esta obra, porque ahora toda
explicación sería incomprensible para la generalidad.
El Mundo de Deseos planetario vibra a través de los cuerpos denso y
vital del animal y del hombre, de la misma manera que compenetra el
animal y la planta; pero además de esto, el animal y el hombre tienen
cuerpos de deseos separados que los capacitan para tener deseos,
emociones y pasiones. Existe una diferencia, sin embargo. El cuerpo
de deseos del animal está formado enteramente por materia de las
regiones más densas del Mundo del Deseo, mientras que aun en el
caso de las razas humanas más bajas, entra un poco de materia de las
regiones superiores en la composición de su cuerpo de deseos. Los
sentimientos de los animales y los de las razas humanas inferiores se
refieren por completo a la gratificación de los deseos y pasiones más
inferiores que encuentran su expresión en las regiones inferiores del
Mundo del Deseo. Y de aquí que para que puedan tener tales
emociones y educarlas para algo superior, es necesario que tengan los
materiales correspondientes en su cuerpo de deseos. Conforme un
hombre progresa en la escuela de la vida, sus experiencias le enseñan
y sus deseos se hacen más puros y mejores. Y de esta manera, por
grados sucesivos, su cuerpo de deseos sufre el cambio
correspondiente. La materia pura y brillante de las regiones superiores
del Mundo del Deseo reemplaza los colores sombríos de la parte
inferior. El cuerpo de deseos crece además en tamaño, de tal modo
que el de un santo es un objeto glorioso, siendo su transparencia
luminosa y pureza de colores incomparables e imposibles de describir.
Es necesario verlo para poder apreciarlo.
Actualmente, la materia de las regiones superiores e inferiores entra
en la composición del cuerpo de deseos de la mayoría de la
humanidad. Ningún hombre es tan malo que no tenga algún rasgo
bueno, y este rasgo se expresa en la materia de las regiones superiores
que se encuentra en su cuerpo de deseos. Por otro lado, son muy pocos
los que son tan buenos que no empleen alguna materia de las regiones
inferiores. De la misma manera que los cuerpos vitales y de deseos planetarios
interpenetran la materia densa de la Tierra, como vimos en la
ilustración de la esponja , arena y agua, así también los cuerpos vital y
de deseos interpenetran el cuerpo denso de la planta, del animal y del
hombre. Pero durante la vida del hombre, su cuerpo de deseos no tiene
la misma forma que su cuerpos denso y vital. Después de la muerte es
cuando asume esa forma, mientras que durante la vida tiene la
apariencia de un ovoide luminoso que en las horas de vigilia rodea
completamente al cuerpo denso como la clara envuelve a la yema. Se
extiende de doce a dieciséis pulgadas más allá del cuerpo denso. En
ese cuerpo de deseos existe cierto número de centros sensoriales; pero
en la gran mayoría de los hombres solo están latentes. El despertar de
estos centros de percepción correspondería al despertar de los ojos del
ciego de nuestro ejemplo anterior. La materia del cuerpo de deseos
humanos está en un movimiento incesante de increíble rapidez.
Ningún átomo de ella permanece en reposo ni por un solo instante. La
materia que se encuentra sobre la cabeza en determinado momento
puede encontrarse a los pies en el instante siguiente, y volver de nuevo
a ocupar su sitio primitivo. No existe órgano alguno en el cuerpo de
deseos como en los cuerpos vital o físico; pero hay centros de
percepción que, cuando están en actividad, parecen vórtices,
permaneciendo siempre en la misma posición con relación al cuerpo
denso, encontrándose la mayoría de ellos alrededor de la cabeza. En la
generalidad de la raza humana esos centros son simples remolinos y
no tienen utilidad alguna como centros de percepción. Pueden ser
despertados en todos, sin embargo, pero hay que tener en cuenta que
según los métodos son los resultados que se consiguen.
En el clarividente involuntario, desarrollado en sentido negativo e
inapropiado, estos vórtices giran de derecha a izquierda, o sea en
dirección opuesta a las manecillas de un reloj. En el cuerpo de deseos
de un clarividente voluntario, debidamente desarrollado, giran en la
misma dirección que las manecillas de un reloj, fulgurando
esplendorosamente y sobrepasando en mucho a la brillante
luminosidad del cuerpo de deseos ordinario.
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