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Mensagem - CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS: CAPÍTULO II... LOS CUATRO REINOS...(II)

 

 

LOS CUATRO REINOS...(II)

Hay ciertos casos en los que el cuerpo vital deja parcialmente el

cuerpo denso, como cuando se nos "duerme un brazo", por ejemplo.

Entonces la mano etérea del cuerpo vital puede verse flotando sobre el

brazo denso, como un guante, y los "puntitos" producen ese cosquilleo

especial que se siente cuando penetra nuevamente en el brazo físico.

En algunos casos de hipnosis la cabeza del cuerpo vital se divide y

cuelga de la cabeza densa por fuera, la mitad sobre cada hombro o

permanece en torno del cuello como un collar. La ausencia de

cosquilleo al despertar en tales casos es debida a que durante la

hipnosis parte del cuerpo vital de la víctima ha sido substituido por el

del hipnotizador.

Cuando se emplean los anestésicos, el cuerpo vital es expulsado

parcialmente del cuerpo físico, junto con los demás vehículos, y si la

aplicación es demasiado fuerte, se produce la muerte. El mismo

fenómeno puede observarse en el caso de los mediums

materializadores. En realidad, la diferencia entre un médium de esa

clase y un hombre y una mujer cualquiera es: en el hombre o mujer

corrientes, el cuerpo vital y el cuerpo denso están, en el estado actual

de la evolución, estrechamente relacionados, mientras que en el

médium esa relación es débil. No ha sido siempre así, y un tiempo

vendrá en que el cuerpo vital podrá abandonar normalmente al cuerpo

físico, lo que al presente no se efectúa. Cuando un médium permite

que su cuerpo vital sea empleado por entidades del Mundo del Deseo

que quieren materializarse, el cuerpo vital sale del lado izquierdo, a

través del bazo, que es "puerta" particular. Entonces, las fuerzas

vitales no pueden fluir en el organismo como lo hacen generalmente y

el médium se queda exhausto y algunos de ellos se ven obligados a

hacer uso de estimulantes, por lo que, con el tiempo, se convierten en

incurables bebedores.

La fuerza vital del Sol que nos rodea como un fluido incoloro es

absorbida por el cuerpo vital por medio de la contraparte etérica del

bazo, donde sufre una curiosa transformación de color. Se hace

pálido-rosada y circula por los nervios a través del cuerpo denso. Es,

respecto a los nervios, lo que la electricidad es al telégrafo. Aunque

haya alambres, aparatos y telegrafistas, si falta la electricidad no

pueden enviarse los mensajes. El Ego, el cerebro y el sistema nervioso

pueden estar en perfecto orden; pero si falta la fuerza vital que pueda

llevar los mensajes del Ego a través de los nervios y de los músculos,

el cuerpo denso permanecerá inerte. Esto es, precisamente, lo que

sucede cuando una parte del cuerpo se paraliza. El cuerpo vital se ha

enfermado y la fuerza vital ya no puede fluir.

En tales casos, como la mayoría de las enfermedades, la perturbación

es de los vehículos invisibles y sutiles. El reconocimiento consciente o

inconsciente de este hecho hace que los médicos más afamados

empleen la sugestión -que obra sobre los vehículos superiores - como

un auxiliar de la medicina. Cuanta más fe y esperanza pueda imbuir el

médico a su paciente, tanto más pronto se desvanecerá la enfermedad

dando lugar a una salud perfecta.

Durante la salud, el cuerpo vital especializa una superabundancia de

fuerza vital, la que, después de pasar por el cuerpo denso, irradia en

líneas rectas en todas direcciones, desde la periferia de aquel, como

los radios de un círculo irradian desde el centro; pero en casos de

enfermedad, cuando el cuerpo vital se atenúa, no puede absorber la

misma suma de fuerza y, además, el cuerpo denso la necesita.

Entonces las líneas de fluido vital que se exteriorizaban antes, se

curvan y caen, mostrando la falta de fuerza o debilidad que se ha

producido. En estado de salud estas irradiaciones se llevan los

gérmenes y microbios enemigos de la sanidad del cuerpo denso; pero

en la enfermedad, cuando la fuerza vital es débil, esas emanaciones no

eliminan tan fácilmente los gérmenes nocivos.

Por lo tanto, el peligro de contraer una enfermedad es mucho mayor

cuando las fuerzas vitales son escasas, que cuando se está en robusta

salud.

En los casos en que se amputa parte del cuerpo, el éter planetario es el

único que acompaña a la parte separada. El cuerpo vital separado y el

cuerpo denso se desintegran sincrónicamente después de la muerte. Y

así sucede con la contraparte etérica del miembro o parte amputada.

Se irá desintegrando conforme lo haga la parte densa, y puede

probarse que el hombre conserva la parte etérica, porque si se trata de

una mano amputada, puede sentirse dolor y sufrimiento en ella

durante algún tiempo. Existe cierta relación entre el miembro

amputado y la parte etérica, independiente de la distancia. Se sabe de

un caso en que un hombre sintió un fuerte dolor, como si se le hubiera

clavado un clavo en la pierna que le habían amputado, dolor que

persistió hasta que dicho miembro fue exhumado y se encontró que,

efectivamente, se había clavado en el un clavo cuando lo encajonaron

para enterrarlo. Sacóse el clavo y el dolor cesó. De acuerdo con esto

están todos los casos en los que hay personas que sufren en el

miembro amputado durante dos o tres años después de la operación.

Después el dolor cesa. Esto es debido a que la enfermedad es aún

efectiva en la parte etérica no amputada; pero en cuanto la parte densa

amputada se desintegra, se desintegra también la etérea y el dolor

cesa.

Habiendo notado las relaciones de los cuatro Reinos con la Región

Etérica del Mundo Físico, estudiaremos su relación con el Mundo del

Deseo.

Aquí nos encontramos con que, tanto los minerales como las plantas,

carecen de cuerpos de deseos separado. Están compenetrados

únicamente con el cuerpo de deseos planetarios, o sea el Mundo del

Deseo. Careciendo de vehículo separado, son incapaces de sentir, de

desear, de emocionarse, que son facultades que pertenecen al Mundo

del Deseo. Cuando se rompe una piedra, ésta no siente; pero sería

erróneo deducir que no hay sentimiento alguno relacionado con tal

acto. Esta es la teoría del materialista y la de la multitud incapaz de

comprender. Pero el ocultista sabe que no hay acto alguno, grande o

pequeño, que no sea sentido a través de todo el universo; y si bien la

piedra no puede sentir por carecer de cuerpo de deseos individual, sí

lo siente el Espíritu de la Tierra, porque es Su cuerpo de deseos el que

compenetra la piedra. Cuando un hombre se corta un dedo, como éste

no posee cuerpo de deseos separado, tampoco siente la pena o el

dolor, pero sí lo siente el hombre, porque es su cuerpo de deseos el

que compenetra el dedo. Si se arranca de raíz una planta, el Espíritu de

la Tierra siente lo mismo que si al hombre le arrancaran un cabello. La

tierra es cuerpo viviente y sensitivo, y todas las formas que carezcan

de un cuerpo de deseos separado por medio del cual pueda el espíritu

sentir, están incluidas en el cuerpo de deseos de la Tierra, y ese cuerpo

siente. El romper una piedra o cortar una flor produce placer a la

Tierra, mientras que arrancar una planta de raíz le produce dolor. Esto

se explicará en la última parte de esta obra, porque ahora toda

explicación sería incomprensible para la generalidad.

El Mundo de Deseos planetario vibra a través de los cuerpos denso y

vital del animal y del hombre, de la misma manera que compenetra el

animal y la planta; pero además de esto, el animal y el hombre tienen

cuerpos de deseos separados que los capacitan para tener deseos,

emociones y pasiones. Existe una diferencia, sin embargo. El cuerpo

de deseos del animal está formado enteramente por materia de las

regiones más densas del Mundo del Deseo, mientras que aun en el

caso de las razas humanas más bajas, entra un poco de materia de las

regiones superiores en la composición de su cuerpo de deseos. Los

sentimientos de los animales y los de las razas humanas inferiores se

refieren por completo a la gratificación de los deseos y pasiones más

inferiores que encuentran su expresión en las regiones inferiores del

Mundo del Deseo. Y de aquí que para que puedan tener tales

emociones y educarlas para algo superior, es necesario que tengan los

materiales correspondientes en su cuerpo de deseos. Conforme un

hombre progresa en la escuela de la vida, sus experiencias le enseñan

y sus deseos se hacen más puros y mejores. Y de esta manera, por

grados sucesivos, su cuerpo de deseos sufre el cambio

correspondiente. La materia pura y brillante de las regiones superiores

del Mundo del Deseo reemplaza los colores sombríos de la parte

inferior. El cuerpo de deseos crece además en tamaño, de tal modo

que el de un santo es un objeto glorioso, siendo su transparencia

luminosa y pureza de colores incomparables e imposibles de describir.

Es necesario verlo para poder apreciarlo.

Actualmente, la materia de las regiones superiores e inferiores entra

en la composición del cuerpo de deseos de la mayoría de la

humanidad. Ningún hombre es tan malo que no tenga algún rasgo

bueno, y este rasgo se expresa en la materia de las regiones superiores

que se encuentra en su cuerpo de deseos. Por otro lado, son muy pocos

los que son tan buenos que no empleen alguna materia de las regiones

inferiores.

De la misma manera que los cuerpos vitales y de deseos planetarios

interpenetran la materia densa de la Tierra, como vimos en la

ilustración de la esponja , arena y agua, así también los cuerpos vital y

de deseos interpenetran el cuerpo denso de la planta, del animal y del

hombre. Pero durante la vida del hombre, su cuerpo de deseos no tiene

la misma forma que su cuerpos denso y vital. Después de la muerte es

cuando asume esa forma, mientras que durante la vida tiene la

apariencia de un ovoide luminoso que en las horas de vigilia rodea

completamente al cuerpo denso como la clara envuelve a la yema. Se

extiende de doce a dieciséis pulgadas más allá del cuerpo denso. En

ese cuerpo de deseos existe cierto número de centros sensoriales; pero

en la gran mayoría de los hombres solo están latentes. El despertar de

estos centros de percepción correspondería al despertar de los ojos del

ciego de nuestro ejemplo anterior. La materia del cuerpo de deseos

 

 

 

 

 

humanos está en un movimiento incesante de increíble rapidez.

Ningún átomo de ella permanece en reposo ni por un solo instante. La

materia que se encuentra sobre la cabeza en determinado momento

puede encontrarse a los pies en el instante siguiente, y volver de nuevo

a ocupar su sitio primitivo. No existe órgano alguno en el cuerpo de

deseos como en los cuerpos vital o físico; pero hay centros de

percepción que, cuando están en actividad, parecen vórtices,

permaneciendo siempre en la misma posición con relación al cuerpo

denso, encontrándose la mayoría de ellos alrededor de la cabeza. En la

generalidad de la raza humana esos centros son simples remolinos y

no tienen utilidad alguna como centros de percepción. Pueden ser

despertados en todos, sin embargo, pero hay que tener en cuenta que

según los métodos son los resultados que se consiguen.

En el clarividente involuntario, desarrollado en sentido negativo e

inapropiado, estos vórtices giran de derecha a izquierda, o sea en

dirección opuesta a las manecillas de un reloj. En el cuerpo de deseos

de un clarividente voluntario, debidamente desarrollado, giran en la

misma dirección que las manecillas de un reloj, fulgurando

esplendorosamente y sobrepasando en mucho a la brillante

luminosidad del cuerpo de deseos ordinario.

 

 
 
 

 

 

 


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